jueves, 16 de agosto de 2007

Un ovni, yo vi

Tenía doce años, y con mis padres llegué a una bella casita campestre de Tarapaya, pequeño villorio con fama legendaria gracias a las termales aguas de su misteriosa laguna.
Me hallaba contento porque pasaría cuatro días disfrutando del campo, de los cerros, y de las cálidas aguas del balneario natural. Recuerdo con claridad meridiana, todos los juegos, paseos, "aventuras", las horas divertidas pasadas junto al agua, así como los sabrosos platos campestres propios de la Semana Santa, preparados estos con frescas hortalizas, legumbres, papas, y choclos recién cosechados en el día, y propios del lugar.
Sin embargo, jamás podré olvidar el hecho maravilloso que presencié, de frente y ante el silencio de la noche de campo.
¡Sábado de Gloria…! La deliciosa comida y un vaso de fresca leche de oveja, señalaron la hora del descanso, el que con las “buenas noches” de la abuelita, sellaron las actividades del día y de los familiares.
Todos en la casa dormían, mas yo permanecía despierto… me sentía, excitado, y no quería permanecer en el rústico lecho.
Una suave luz inundó la estancia... me asomé a la ventana que se hallaba justo sobre mi cabecera, y un cosquilleo sacudió mis ojos que se vieron heridos por la luz radiante de una dorada esfera semejante al tamaño de una luna llena, que se desplazaba hacia la colina, unos cientos de metros cerca a la casa.
Salté de la cama, me vestí rápidamente, y corrí hacia la colina... No demoré sino unos minutos, y comencé a subir la escarpada cuesta del cerrito.
La luna alumbraba con tenue luz el sendero de piedra, y al final del mismo, en la cima, pude ver una gran luz primero, y luego, una esfera brillante, radiante, y de un color rojo naranja, que iluminaba todo el cerro cual si fuese un pequeño sol.
Me acerqué poco a poco, asombrado y expectante, sin temor, y admirado ante la belleza de la radiante esfera.
La vi cerca... muy cerca... como a unos treinta metros, y tenía el tamaño de un camión, y podía tener el diámetro aproximado de cinco metros, y no divisaba en ella mas que una superficie brillante, cuya intensa luz, si bien no enceguecía, tampoco permitía apreciar los detalles de su estructura, que parecía presentar una serie de antenas pequeñas, círculos, figuras geométricas, y un grabado semejante a una cruz en movimiento, así como una línea de rojo intenso, de donde se desprendían constantes destellos luminosos semejantes a los de flashes utilizados en fotografía.
La brillante esfera dorada no producía ruido alguno, tampoco se hallaba asentada sobre tierra firme, sino, flotaba como a unos dos metros del suelo.
Cuando salí de mi asombro, y quise acercarme más a la extraña esfera, varios haces de luz bañaron mi rostro, y todo mi cuerpo parecía brillar en tonalidad semejante al de la esfera, que en silencio, lentamente, intensificando sus radiaciones luminosas, se fue alejando lentamente, y se deslizó como la brisa del viento, pasó por sobre mi cabeza, y poco a poco se perdió en el amanecer que brindaba su sonrisa de sol al nuevo día.
Quedé solo frente a la luz del día, pensando en el sol y en la dorada esfera.
Cerca del medio día la voz paterna que llamaba a almorzar, me volvió a la realidad.
Narré a mis padres esta breve experiencia, y también a mis familiares, quienes sonrieron indiferentes por mi fantasía, y por la prisa que tenían por regresar a la ciudad.
Posteriormente supe de la existencia de ciertos "platillos voladores" u "OVNIS" que despertaron en mi ser, diversas inquietudes de investigación por las que llegué a la siguiente conclusión:
Gente de diverso estrato social ha tenido diversidad de experiencias en torno al fenómeno O.V.N.I, algunas con cierta similitud a la mía, y otras muy diferentes, lo que nos lleva a compartir los criterios vertidos en torno a la existencia de Naves Interplanetarias, que de algún lugar del universo llegan hasta nosotros, haciéndonos ver que no somos los únicos seres inteligentes del cosmos, y que la obra del gran arquitecto universal es mas grandiosa de lo que podríamos imaginar, y que los Hijos de Dios que viven en “otras moradas”, vienen con diversa finalidad hasta nuestro planeta, en lo que se ha denominado O.V.N.I., y estos “O.V.N.I.” (U.F.O. en inglés), para mí, y para muchos en el mundo entero, son una gran realidad.
Juan Torrez

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